Nuestra cosa perdida

Luego de la muerte de su padre, Daniel, su hija se cuestiona quién fue realmente
ese hombre. Vuelve a él, repensando su infancia y adolescencia, haciendo foco en las
contradicciones de su padre y sus dos formas de relacionarse con el resto de la familia. Por un lado, existió Daniel como artista, como un cineasta que cuenta historias y se fascina con el arte. Un padre cariñoso que apoya a sus hijas con sus deseos para el futuro. Por otro lado, también existió, el hombre que no recuerda nada, no sabe pedir perdón y es violento física y psicológicamente con su familia repitiendo involuntariamente conductas de su propia infancia. Trabajamos y analizamos la violencia heredada. Tanto la que ejercieron los padres de Daniel sobre él como la que luego él ejerció sobre sus hijas y su esposa a pesar de sus intentos por torcer la historia. El hilo conductor del documental está atado a las últimas palabras de Daniel: “No me puedo morir porque no hice una película”. Nos cuestionamos cuál es esa historia, si alguna vez existió y qué es lo que nunca llegó a contar. Daniel no podía hablar sobre su infancia, estaba trabado, no podía recordar los hechos. Solo sabía que se trataba del horror. Nos preguntamos si la película que quería hacer, la historia que deseaba contar, tiene que ver con este pasado.

Armamos y desarmamos esa película con las voces de las mujeres de la familia, los
objetos que dejó y los guiones borroneados. De a fragmentos, reconstruimos quién fue
Daniel y qué película inconclusa nos dejó. Con la excusa de encontrar la película que quería filmar, recorremos la infancia y hacemos preguntas a la familia.

Cada unx de ellxs tiene sus versiones, se contradicen y también se dan la razón.
Entendiendo que ninguno de los dos lados de Daniel anula al otro, re pensamos la historia. La hablamos, la debatimos y la problematizamos en búsqueda de cortar el hilo de la violencia. Decidimos enunciar las historias para no repetir esta herencia que ya no nos representa.