No los dejaron volver

Transitando una larga carretera hacia el sur de Colombia, Ángela y su hermana Juliana se adentran en tierra indígena Nasa. Allí su papá, un agricultor afrodescendiente, fue desaparecido forzadamente tiempo atrás. Después de 30 años esquivando el hecho, Ángela tiene un sueño con su papá en el que él le pide que lo encuentre. Esto activa el interés de Ángela en la desaparición forzada, en ese particular territorio y es lo que incita este viaje.

Mientras las hermanas atraviesan el país, tienen conversaciones que revelan el perfil del padrey los desafíos como agricultor de arroz independiente. También ahondan en temáticas de la tierra donde él trabajaba: un territorio indigena en el departamento del Cauca, donde los problemas agrícolas, armados y sociales del país se amplifican. Acompañan este viaje el testimonio de la madre de las hermanas, la introspectiva abuela y un recurso radial inesperado.

Una vez en la zona, -un territorio donde se cosecha comida y horror-, y después de varios filtros logísticos y espirituales, la comunidad acoge a Ángela y a Juliana quienes participan de conversaciones, labores agrícolas y de la cotidianidad de un hogar local. De la mano del único amigo del padre recorren la zona, – incluido el lugar donde desaparecieron al padre- .Reconstruyen el relato del día que fue desaparecido y se tejen testimonios reveladores con gente que lo conoció. La realidad y el onirismo de Ángela comulgan con el pragmatismo y el misticismo Indígena forjando un puente.

Para apoyar el encuentro con el padre, la comunidad les permite participar de un ritual o fiesta de muertos llamado CXAPUCX donde los muertos beberán y comerán. Días después las hermanas dejan el territorio habiéndose enfrentado al amor, al legado de su padre y a una comunidad violentada que resiste, manteniendo un vínculo entrañable con la tierra y la comida.

Al parecer la tristeza no es un lugar donde se deba vivir para siempre.